Historia del cine hongkonés - Parte 2 -.
Maestros del wuxia
Seguimos con el artículo que escribió Nuria Álvarez Macías para - The Cult -.
Aparte de Li Han Hsiang , que en 1963 continuó su carrera en Taiwán, otros directores alcanzaron esa fama con productos más bien manufacturados. Productos de una calidad media, que tenían como principal objetivo el de entretener al público y hacer grandes taquillas. Me refiero a cineastas como Chang Cheh, King Hu, Chu Yuan (Chor Yuen) y Lau Kar Leung (Lia Chia Liang).
Chang Cheh ha pasado a la historia como una de las grandes figuras del cine de artes marciales. Sus películas se pueden dividir, a grandes rasgos, en dos subgéneros: el wuxia, o películas de espadachines, y el kung fu shaolin, con el deseo de mostrar al público un kung fu más purista.
A la hora de acercarnos a sus películas, encontramos una serie de pautas generales que podemos resumir en los siguientes puntos: el argumento se centra en el héroe, muy preparado físicamente, que representa los valores de la lealtad y la férrea amistad. Dicha figura despliega los ideales del heroísmo.
A pesar de sufrir tortura o estar herido nunca cede en su pelea contra el mal. La mujer, en todo este engranaje, está relegada a un segundo plano. Prevalece la amistad viril entre los hombres. Todo esto se enriquece con unas impactantes coreografías, diseñadas con el sello personal de dos grandes maestros que marcaron los patrones para este tipo de películas: Tang Chia y Lau Kar Leung.
Un ejemplo magnífico del cine de Cheh lo encontramos en The one armed swordsman (1967). Su argumento es muy característico. Un joven es aceptado como discípulo de un gran espadachín después de morir su padre, en acto heroico, por salvar la vida de su maestro. A pesar de su condición de sirviente, el joven se criará como uno más entre los discípulos. Por desgracia, atraerá los celos del resto de alumnos, y en especial, los de la hija del gran espadachín, que no es correspondida por su amor. En un acto de venganza, y en un momento en el que el protagonista está desprevenido, la joven despechada le seccionará un brazo.
Es ahí donde comienza una nueva vida para nuestro héroe. Conocerá el verdadero amor, y lo que más nos interesa, llevará a cabo un exhaustivo entrenamiento para la alcanzar la perfección en la lucha con espada. Y eso lo consigue tan sólo con su mano izquierda.
En The one armed swordsman, como en muchas otras películas de la década, los conocimientos de las artes marciales se alían con las virtudes nobles del guerrero. Ahí quedan representados la lealtad incondicional hacia el maestro –rescata a su hija aun a pesar de haberle cortado su brazo derecho–, el control del sufrimiento, el afán de superación y la lucha a muerte contra el mal.
El de King Hu es un caso interesante. King Hu se unió a ese renacimiento del wuxia en los años sesenta. Un renacimiento avalado por los grandes presupuestos de la Shaw Brothers, que lograron dar espectacularidad al género.
Entre sus películas, yo destacaría Come drink with me (1966). Esta cinta sirvió para revolucionar el wuxia. ¿El motivo? Con un ritmo muy cuidado, se alternaban en ella elementos de acrobacia, música y coreografía recogidos de la ópera de Pekín. De todos modos, a pesar de este éxito, Hu estuvo ligado muy pocos años con la Shaw Brothers, y su marcha a Taiwán lo vinculó con una productora mucho más modesta, pero con la que logró dos de sus grandes éxitos: Dragon Gate Inn (1966) y A touch of zen (1969).
Vamos ahora con Chu Yuan. Ése fue uno de los realizadores que nunca abandonó la Shaw Brothers. Es más, dedicó toda su vida a esta productora.
Yuan continuó con el género wuxia, ahondando en las virtudes del héroe errante con cuidadísimas coreografías. Coreografías que alcanzaban el protagonismo en las películas de Lau Kar Leung (Lia Chia Liang), otro director de acción de muchas de las cintas de Chang Cheh, que entró en la Shaw en los años cincuenta, y que lanzó a la fama a Gordon Liu, un conocidísimo actor que encarnó cómo nadie al monje shaolín en su lucha contra la opresión manchú.
Como anécdota, diré que la unión entre director y actor fue tal que Lau Kar Leung lo acogió como un hijo adoptivo en ceremonia oficial. Por si alguien no lo tiene ubicado, Gordon Liu ha sido “reciclado” por Tarantino en las dos entregas de Kill Bill. Es Pei Mei, el viejo entrenador de Uma Thurman, y también es el líder de los enmascarados que, masivamente, se enfrentan a la protagonista en un local de Tokio.
Golden Harvest lanza a Bruce Lee
Pese a lo escaso de su territorio, Hong-Kong contó durante los años sesenta con diez compañías importantes que financiaban alrededor de doscientos títulos anuales. En 1961, los hermanos Shaw encargaron la construcción de una ciudad del cine en Clear Water Bay, donde pusieron en marcha diez estudios de rodaje. Sin embargo, el imperio de los Shaw entró en decadencia en 1970 cuando su principal ejecutivo, Raymond Chow, fundó una compañía a la que antes hicimos referencia, Golden Harvest, cuyo apogeo coincidió en el tiempo con el declive progresivo e imparable de los Shaw. Todo lo bueno se acaba, ¿verdad?
La Golden Harvest tomó el relevo de la Shaw Brothers, seguramente, por agotamiento de las fórmulas manufacturadas de esta última. Raymond Chow, a la cabeza de la nueva compañía, supo focalizar el trabajo en lo que, precisamente, la Shaw Brothers había desterrado. Es decir, supo envolver su concepción del trabajo bajo las fórmulas de la independencia y de la libertad creativa. Por todo ello, la Golden dominó la taquilla a partir de los años setenta y abrió sus puertas al mercado occidental, realizando una coproducción pionera con los Estados Unidos, Operación Dragón, en el año 1973 con Bruce Lee de protagonista. Ahí es nada. Si por algo será recordado Raymond Chow, además de por su longeva y triunfal trayectoria, es por lanzar la carrera de Lee al estrellato.
De Bruce Lee se ha dicho tanto y desde tantas posturas, que permíteme que haga un resumen rememorando sus palabras: “La clave para la inmortalidad es vivir una vida que se merezca recordar”. Su carisma traspasó la pantalla y sus películas siempre marcarán la cinematografía universal de los años setenta.
En 1971 llegó a las pantallas de todo el mundo la película Kárate a muerte en Bangkok, de Lo Wei, un film que obtuvo de inmediato una considerable acogida. El motivo de esta buena aceptación fue el protagonista, que era el joven Bruce Lee. Ya en esa película demuestra su extraordinario carisma.
Tras varios años en Estados Unidos, país donde ejerció como profesor de artes marciales de varias estrellas de cine, colaborando asimismo en diversas teleseries, Lee firmó un contrato con la productora Golden Harvest. Ahí es donde entra en liza el bueno de Raymond Chow. Ese contrato le permitió llegar a lo más alto del cine de Hong Kong. Furia oriental (1971), El furor del dragón (1973) y, sobre todo, la ya citada Operación Dragón (1973) consolidaron el fenómeno de Lee
.
Yo lo valoro, principalmente, como un fenómeno sociológico. Su éxito en Europa y Estados Unidos motivó la aparición de cientos, miles de gimnasios dedicados a las artes marciales. Además, gracias a él, el cine de artes marciales se convirtió en un género universal.
La muerte de Bruce Lee, ocurrida el 20 de julio de 1973 a causa de un edema cerebral, mitificó definitivamente al personaje. Es algo que ya pertenece a la cultura popular.
Por otro lado, Bruce Lee dejó paso a una multitud de seguidores e imitadores que trataron de ocupar su puesto. Entre ellos, los hubo que usaron nombres muy graciosos. Estaba Bruce Li, un luchador que, entre otras películas, protagonizó Combate mortal (1979), de Hwa Yi Hung. Hubo un Bruce Le, principal intérprete de la producción filipina La venganza de Bruce (1979), de Bill James.
En definitiva, material de derribo. Por pura sensatez como espectadora, me quedo con figuras de mayor entidad. Por ejemplo, Jackie Chan, que es el legítimo sucesor de Bruce Lee.
Jackie Chan
Es uno de los actores orientales con más seguidores entre el público occidental. Desde el estreno de El mono borracho en el ojo del tigre (1978), de Yuen Woo Ping, ha ido ganándose a una audiencia internacional con cintas como El chino (1980), Lord Dragón (1982), Piratas en los Mares de China (1984), Armas invencibles (1985), Police Story (1985), La armadura de Dios (1986) y Duro de matar (1995).
Chow, en los años ochenta, volvió a romper las taquillas con un joven Jackie Chan, que en la actualidad no necesita tarjeta de presentación. Tras la muerte de Bruce Lee el cine de acción hongkonés quedó huérfano y su resurgimiento vino de la mano de un Jackie Chan que acentuaba más el entretenimiento que la exhibición de sus habilidades.
Como el propio Chan señala, su lucha fusiona las distintas modalidades de las artes marciales con los grandes maestros del cine mudo, reflejando influencias de Buster Keaton o de Harold Lloyd.
Toda una estrella, y con una enorme ductilidad, Jackie Chan ha ido alcanzando todas sus metas. Primero se ganó al público de Hong Kong, más tarde al asiático, y posteriormente el público occidental le aplaudió su acción trepidante y su sentido del humor. Su deseo era poner sus huellas en la avenida de Hollywood, y también lo ha conseguido.
Asimismo, ha ido compaginando su carrera como cantante sacando al mercado numerosos discos ¿Hasta dónde llegará Jackie Chan? Eso sólo lo sabe él y su forma física. Pero en los últimos años, inteligentemente, ha desarrollado más su faceta como productor, a la vez que se ha metido en películas de acción trepidante, sí, pero de una manera más espaciada dentro del metraje.
Sin ir más lejos, ha arrasado las taquillas de Hong Kong con Rob-B-Hood (2006), una comedia en la que Jackie Chan, acompañado de Louis Koo, rapta a un niño de pocos meses por orden de su socio Michael Hui.
Es sabido que Chan se rodea de sus colegas en cada nuevo proyecto, comenzando por el director Benny Chan (habitual en sus películas de acción) y siguiendo por sus grandes amigos Michael Hui y Yuen Biao (conocido desde sus primeros tiempos en la ópera) o Sammo Hung. También se deja acompañar por jóvenes estrellas que le proporcionan un buen tirón en taquilla como Louis Koo (uno de los rostros fijos en la películas de Johnnie To) o Daniel Wu, al cual le dio un cameo en la película Gorgeous (1996). La carrera de este último ha sido meteórica.
A Chan también le beneficia su ingreso en la industria americana. De eso no cabe duda. Ahora sus admiradores pueden disfrutar de su cintas como Hora punta 3 (2007), de nuevo con Chris Tucker como compañero, enfrentándose a una poderosa mafia china desplazada hasta París. Todo un producto de la marca Chan, está vez con un toque hollywoodiwense.
Comedia, acción y magia
A decir verdad, el estilo cómico de algunos de los filmes de Jackie Chan coincide en sus planteamientos con títulos como Mr. Boo (1976), de Michael Hui, en la que las trepidantes escenas de lucha están siempre destinadas a provocar la risa en el espectador.
La comedia: ésa es la baza del género en una de sus principales derivaciones. Hui lo supo aprovechar, primero a las órdenes de los hermanos Shaw, y ya en los ochenta, tras dar el salto a la Golden Harvest.
Michael Hui comenzó su carrera con comedias ligeras y logró consagrarse con la película The private eyes (1976), auténtico ejercicio de humor absurdo, con gags típicamente hongkoneses, que narraba las peripecias de un peculiar detective (el propio Michael Hui), acompañado por sus dos ayudantes: Ricky y Sam Hui, sus hermanos en la vida real.
Algunos críticos han comentado que de la fusión de los tres hermanos, con su característico humor, nació años más tarde un cómico que revolucionó la comedia de los noventa. Me estoy refiriendo a Stephen Chow con su Shaolin Soccer (2001), o la más reciente Kun FuSion (2004).
Al margen de la comedia, otra interesante derivación del cine de artes marciales realizado en Hong Kong surge gracias a la integración en éste de elementos de carácter fantástico, muy propios del wuxia. Entre los ejemplos que puedo citarte, destaca Una historia china de fantasmas (1987), de Ching Siu Tung, que relata el romance entre un joven recaudador, interpretado por Leslie Cheung, y una doncella fantasma, encarnada por Joey Wong.
Es una preciosa aventura sobrenatural. Dentro del mismo subgénero, destacan Swordsman (1990), de Tsui Hark, y La novia del cabello blanco (1993), de Ronnie Yu. Aunque hay muchas más.
En los años noventa el repertorio de actores de Hong Kong especializados en el cine de artes marciales se engrosó notablemente. Destacan, entre otros, Gordon Liu, Donnie Yen, Yuen Woo Ping, Dick Wei y Hwang Jan Lee. Por otro lado, directores locales especializados en el cine de acción, como John Woo y Tsui Hark, empezaron a dirigir producciones americanas.
Hablábamos de globalización. Eso en Hong Kong siempre lo han tenido claro. Y lo mismo vale para los actores expertos en lucha. Actores que, como ya indiqué, se formaron generalmente en las escuelas de ópera. Por ejemplo, Gordon Liu.
Añadamos a esa lista a Hwang Jan Lee, Li Ching, Jet Lee, Lau Kar Leung, Conan Lee, Hwang Jan Lee, Tsui Siu Keung, Yuen Wah, Yu Tai Ping -educado en la ópera de Taiwan-, Casanova Wong y Chang Yi, entre otros.
Todos ellos, desde finales de los setenta, intervinieron en proyectos de coproducción con Taiwan, Estados Unidos y Canadá. El uso de cables para, literalmente, volar durante las escenas de combate se convirtió así en un elemento típico del cine local. ¡Y mucho antes de que se estrenara Matrix!
Existen multitud de ejemplos de coreografías con cables, pero quizá sean las escenas rodadas para Érase una vez en China (1991), con Jet Li a la cabeza del reparto, uno de esos ejemplos más significativos.
Se necesitaron más de ocho semanas para filmar sus complicadas composiciones, con los actores suspendidos por cables y arneses, y apoyados en escaleras de bambú de dos patas. Las escenas de lucha fueron impresionantes en el empleo de esta técnica, que se ha convertido en una característica propia del cine hongkonés, y que además ha traspasado fronteras.
Video Homenaje a Golden Harvest
Seguimos con el artículo que escribió Nuria Álvarez Macías para - The Cult -.
Aparte de Li Han Hsiang , que en 1963 continuó su carrera en Taiwán, otros directores alcanzaron esa fama con productos más bien manufacturados. Productos de una calidad media, que tenían como principal objetivo el de entretener al público y hacer grandes taquillas. Me refiero a cineastas como Chang Cheh, King Hu, Chu Yuan (Chor Yuen) y Lau Kar Leung (Lia Chia Liang).
Chang Cheh ha pasado a la historia como una de las grandes figuras del cine de artes marciales. Sus películas se pueden dividir, a grandes rasgos, en dos subgéneros: el wuxia, o películas de espadachines, y el kung fu shaolin, con el deseo de mostrar al público un kung fu más purista.
A la hora de acercarnos a sus películas, encontramos una serie de pautas generales que podemos resumir en los siguientes puntos: el argumento se centra en el héroe, muy preparado físicamente, que representa los valores de la lealtad y la férrea amistad. Dicha figura despliega los ideales del heroísmo.
A pesar de sufrir tortura o estar herido nunca cede en su pelea contra el mal. La mujer, en todo este engranaje, está relegada a un segundo plano. Prevalece la amistad viril entre los hombres. Todo esto se enriquece con unas impactantes coreografías, diseñadas con el sello personal de dos grandes maestros que marcaron los patrones para este tipo de películas: Tang Chia y Lau Kar Leung.
Un ejemplo magnífico del cine de Cheh lo encontramos en The one armed swordsman (1967). Su argumento es muy característico. Un joven es aceptado como discípulo de un gran espadachín después de morir su padre, en acto heroico, por salvar la vida de su maestro. A pesar de su condición de sirviente, el joven se criará como uno más entre los discípulos. Por desgracia, atraerá los celos del resto de alumnos, y en especial, los de la hija del gran espadachín, que no es correspondida por su amor. En un acto de venganza, y en un momento en el que el protagonista está desprevenido, la joven despechada le seccionará un brazo.
Es ahí donde comienza una nueva vida para nuestro héroe. Conocerá el verdadero amor, y lo que más nos interesa, llevará a cabo un exhaustivo entrenamiento para la alcanzar la perfección en la lucha con espada. Y eso lo consigue tan sólo con su mano izquierda.
En The one armed swordsman, como en muchas otras películas de la década, los conocimientos de las artes marciales se alían con las virtudes nobles del guerrero. Ahí quedan representados la lealtad incondicional hacia el maestro –rescata a su hija aun a pesar de haberle cortado su brazo derecho–, el control del sufrimiento, el afán de superación y la lucha a muerte contra el mal.
El de King Hu es un caso interesante. King Hu se unió a ese renacimiento del wuxia en los años sesenta. Un renacimiento avalado por los grandes presupuestos de la Shaw Brothers, que lograron dar espectacularidad al género.
Entre sus películas, yo destacaría Come drink with me (1966). Esta cinta sirvió para revolucionar el wuxia. ¿El motivo? Con un ritmo muy cuidado, se alternaban en ella elementos de acrobacia, música y coreografía recogidos de la ópera de Pekín. De todos modos, a pesar de este éxito, Hu estuvo ligado muy pocos años con la Shaw Brothers, y su marcha a Taiwán lo vinculó con una productora mucho más modesta, pero con la que logró dos de sus grandes éxitos: Dragon Gate Inn (1966) y A touch of zen (1969).
Vamos ahora con Chu Yuan. Ése fue uno de los realizadores que nunca abandonó la Shaw Brothers. Es más, dedicó toda su vida a esta productora.
Yuan continuó con el género wuxia, ahondando en las virtudes del héroe errante con cuidadísimas coreografías. Coreografías que alcanzaban el protagonismo en las películas de Lau Kar Leung (Lia Chia Liang), otro director de acción de muchas de las cintas de Chang Cheh, que entró en la Shaw en los años cincuenta, y que lanzó a la fama a Gordon Liu, un conocidísimo actor que encarnó cómo nadie al monje shaolín en su lucha contra la opresión manchú.
Como anécdota, diré que la unión entre director y actor fue tal que Lau Kar Leung lo acogió como un hijo adoptivo en ceremonia oficial. Por si alguien no lo tiene ubicado, Gordon Liu ha sido “reciclado” por Tarantino en las dos entregas de Kill Bill. Es Pei Mei, el viejo entrenador de Uma Thurman, y también es el líder de los enmascarados que, masivamente, se enfrentan a la protagonista en un local de Tokio.
Golden Harvest lanza a Bruce Lee
Pese a lo escaso de su territorio, Hong-Kong contó durante los años sesenta con diez compañías importantes que financiaban alrededor de doscientos títulos anuales. En 1961, los hermanos Shaw encargaron la construcción de una ciudad del cine en Clear Water Bay, donde pusieron en marcha diez estudios de rodaje. Sin embargo, el imperio de los Shaw entró en decadencia en 1970 cuando su principal ejecutivo, Raymond Chow, fundó una compañía a la que antes hicimos referencia, Golden Harvest, cuyo apogeo coincidió en el tiempo con el declive progresivo e imparable de los Shaw. Todo lo bueno se acaba, ¿verdad?
La Golden Harvest tomó el relevo de la Shaw Brothers, seguramente, por agotamiento de las fórmulas manufacturadas de esta última. Raymond Chow, a la cabeza de la nueva compañía, supo focalizar el trabajo en lo que, precisamente, la Shaw Brothers había desterrado. Es decir, supo envolver su concepción del trabajo bajo las fórmulas de la independencia y de la libertad creativa. Por todo ello, la Golden dominó la taquilla a partir de los años setenta y abrió sus puertas al mercado occidental, realizando una coproducción pionera con los Estados Unidos, Operación Dragón, en el año 1973 con Bruce Lee de protagonista. Ahí es nada. Si por algo será recordado Raymond Chow, además de por su longeva y triunfal trayectoria, es por lanzar la carrera de Lee al estrellato.
De Bruce Lee se ha dicho tanto y desde tantas posturas, que permíteme que haga un resumen rememorando sus palabras: “La clave para la inmortalidad es vivir una vida que se merezca recordar”. Su carisma traspasó la pantalla y sus películas siempre marcarán la cinematografía universal de los años setenta.
En 1971 llegó a las pantallas de todo el mundo la película Kárate a muerte en Bangkok, de Lo Wei, un film que obtuvo de inmediato una considerable acogida. El motivo de esta buena aceptación fue el protagonista, que era el joven Bruce Lee. Ya en esa película demuestra su extraordinario carisma.
Tras varios años en Estados Unidos, país donde ejerció como profesor de artes marciales de varias estrellas de cine, colaborando asimismo en diversas teleseries, Lee firmó un contrato con la productora Golden Harvest. Ahí es donde entra en liza el bueno de Raymond Chow. Ese contrato le permitió llegar a lo más alto del cine de Hong Kong. Furia oriental (1971), El furor del dragón (1973) y, sobre todo, la ya citada Operación Dragón (1973) consolidaron el fenómeno de Lee
.
Yo lo valoro, principalmente, como un fenómeno sociológico. Su éxito en Europa y Estados Unidos motivó la aparición de cientos, miles de gimnasios dedicados a las artes marciales. Además, gracias a él, el cine de artes marciales se convirtió en un género universal.
La muerte de Bruce Lee, ocurrida el 20 de julio de 1973 a causa de un edema cerebral, mitificó definitivamente al personaje. Es algo que ya pertenece a la cultura popular.
Por otro lado, Bruce Lee dejó paso a una multitud de seguidores e imitadores que trataron de ocupar su puesto. Entre ellos, los hubo que usaron nombres muy graciosos. Estaba Bruce Li, un luchador que, entre otras películas, protagonizó Combate mortal (1979), de Hwa Yi Hung. Hubo un Bruce Le, principal intérprete de la producción filipina La venganza de Bruce (1979), de Bill James.
En definitiva, material de derribo. Por pura sensatez como espectadora, me quedo con figuras de mayor entidad. Por ejemplo, Jackie Chan, que es el legítimo sucesor de Bruce Lee.
Jackie Chan
Es uno de los actores orientales con más seguidores entre el público occidental. Desde el estreno de El mono borracho en el ojo del tigre (1978), de Yuen Woo Ping, ha ido ganándose a una audiencia internacional con cintas como El chino (1980), Lord Dragón (1982), Piratas en los Mares de China (1984), Armas invencibles (1985), Police Story (1985), La armadura de Dios (1986) y Duro de matar (1995).
Chow, en los años ochenta, volvió a romper las taquillas con un joven Jackie Chan, que en la actualidad no necesita tarjeta de presentación. Tras la muerte de Bruce Lee el cine de acción hongkonés quedó huérfano y su resurgimiento vino de la mano de un Jackie Chan que acentuaba más el entretenimiento que la exhibición de sus habilidades.
Como el propio Chan señala, su lucha fusiona las distintas modalidades de las artes marciales con los grandes maestros del cine mudo, reflejando influencias de Buster Keaton o de Harold Lloyd.
Toda una estrella, y con una enorme ductilidad, Jackie Chan ha ido alcanzando todas sus metas. Primero se ganó al público de Hong Kong, más tarde al asiático, y posteriormente el público occidental le aplaudió su acción trepidante y su sentido del humor. Su deseo era poner sus huellas en la avenida de Hollywood, y también lo ha conseguido.
Asimismo, ha ido compaginando su carrera como cantante sacando al mercado numerosos discos ¿Hasta dónde llegará Jackie Chan? Eso sólo lo sabe él y su forma física. Pero en los últimos años, inteligentemente, ha desarrollado más su faceta como productor, a la vez que se ha metido en películas de acción trepidante, sí, pero de una manera más espaciada dentro del metraje.
Sin ir más lejos, ha arrasado las taquillas de Hong Kong con Rob-B-Hood (2006), una comedia en la que Jackie Chan, acompañado de Louis Koo, rapta a un niño de pocos meses por orden de su socio Michael Hui.
Es sabido que Chan se rodea de sus colegas en cada nuevo proyecto, comenzando por el director Benny Chan (habitual en sus películas de acción) y siguiendo por sus grandes amigos Michael Hui y Yuen Biao (conocido desde sus primeros tiempos en la ópera) o Sammo Hung. También se deja acompañar por jóvenes estrellas que le proporcionan un buen tirón en taquilla como Louis Koo (uno de los rostros fijos en la películas de Johnnie To) o Daniel Wu, al cual le dio un cameo en la película Gorgeous (1996). La carrera de este último ha sido meteórica.
A Chan también le beneficia su ingreso en la industria americana. De eso no cabe duda. Ahora sus admiradores pueden disfrutar de su cintas como Hora punta 3 (2007), de nuevo con Chris Tucker como compañero, enfrentándose a una poderosa mafia china desplazada hasta París. Todo un producto de la marca Chan, está vez con un toque hollywoodiwense.
Comedia, acción y magia
A decir verdad, el estilo cómico de algunos de los filmes de Jackie Chan coincide en sus planteamientos con títulos como Mr. Boo (1976), de Michael Hui, en la que las trepidantes escenas de lucha están siempre destinadas a provocar la risa en el espectador.
La comedia: ésa es la baza del género en una de sus principales derivaciones. Hui lo supo aprovechar, primero a las órdenes de los hermanos Shaw, y ya en los ochenta, tras dar el salto a la Golden Harvest.
Michael Hui comenzó su carrera con comedias ligeras y logró consagrarse con la película The private eyes (1976), auténtico ejercicio de humor absurdo, con gags típicamente hongkoneses, que narraba las peripecias de un peculiar detective (el propio Michael Hui), acompañado por sus dos ayudantes: Ricky y Sam Hui, sus hermanos en la vida real.
Algunos críticos han comentado que de la fusión de los tres hermanos, con su característico humor, nació años más tarde un cómico que revolucionó la comedia de los noventa. Me estoy refiriendo a Stephen Chow con su Shaolin Soccer (2001), o la más reciente Kun FuSion (2004).
Al margen de la comedia, otra interesante derivación del cine de artes marciales realizado en Hong Kong surge gracias a la integración en éste de elementos de carácter fantástico, muy propios del wuxia. Entre los ejemplos que puedo citarte, destaca Una historia china de fantasmas (1987), de Ching Siu Tung, que relata el romance entre un joven recaudador, interpretado por Leslie Cheung, y una doncella fantasma, encarnada por Joey Wong.
Es una preciosa aventura sobrenatural. Dentro del mismo subgénero, destacan Swordsman (1990), de Tsui Hark, y La novia del cabello blanco (1993), de Ronnie Yu. Aunque hay muchas más.
Hablábamos de globalización. Eso en Hong Kong siempre lo han tenido claro. Y lo mismo vale para los actores expertos en lucha. Actores que, como ya indiqué, se formaron generalmente en las escuelas de ópera. Por ejemplo, Gordon Liu.
Añadamos a esa lista a Hwang Jan Lee, Li Ching, Jet Lee, Lau Kar Leung, Conan Lee, Hwang Jan Lee, Tsui Siu Keung, Yuen Wah, Yu Tai Ping -educado en la ópera de Taiwan-, Casanova Wong y Chang Yi, entre otros.
Todos ellos, desde finales de los setenta, intervinieron en proyectos de coproducción con Taiwan, Estados Unidos y Canadá. El uso de cables para, literalmente, volar durante las escenas de combate se convirtió así en un elemento típico del cine local. ¡Y mucho antes de que se estrenara Matrix!
Existen multitud de ejemplos de coreografías con cables, pero quizá sean las escenas rodadas para Érase una vez en China (1991), con Jet Li a la cabeza del reparto, uno de esos ejemplos más significativos.
Se necesitaron más de ocho semanas para filmar sus complicadas composiciones, con los actores suspendidos por cables y arneses, y apoyados en escaleras de bambú de dos patas. Las escenas de lucha fueron impresionantes en el empleo de esta técnica, que se ha convertido en una característica propia del cine hongkonés, y que además ha traspasado fronteras.
Video Homenaje a Golden Harvest
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